Se acaban las vacaciones

Ya estoy aquí de nuevo. ¿Por qué pasan tan rápido las vacaciones? Ya sólo me queda un día para empezar la rutina de siempre en el trabajo, así que he decidido que mañana me voy a dedicar a hacer el vago, ale.
De mi paso por las dos Castillas me quedo con:

-Toledo: de esta ciudad no destacaría ningún monumento en particular, su encanto radica en sus calles llenas de bajadas y subidas, su ambiente medieval, su artesanía (espadas y damasquinado), la cantidad de arquitectura mudéjar y mozárabe que encuentras en ella… Me encantó!

-Consuegra: es un pueblo con una panorámica en su cerro digna de ver: 11 molinos alineados con un castillo. Precioso.

-Palacio Real de Aranjuez: Me impactó el Gabinete Árabe, está inspirado en la sala de las Dos Hermanas de la Alhambra y lo increíble es que un lugar tan bello fue utilizado sólo como sala de fumar.

-Ávila: la muralla es espectacular, pero otra cosa que me impresionó fue su catedral: en su interior usaron una piedra blanca con moteado rojo que hace que sea bastante impactante.

-Segovia: ya la conocía, pero mi novio no y yo me había dejado cosillas por ver, así que repetí. Es increíble lo bien conservado que está el acueducto, y más sabiendo que está construido con sillares de granito sin argamasa entre ellos, es decir, que se aguanta de pie sólo por la fuerza que ejercen las piedras entre ellas. Te podrías quedar horas mirando lo perfecto que es.
El Alcázar tiene una silueta preciosa y sí que se le da un aire al castillo de Disney, pero no creo que se inspirara en él…
La catedral de Segovia es enorme! Pero mi favorita sigue siendo la de Sevilla.
Y también puedo destacar el Restaurante Cándido, vale la pena ir, no decepciona.

-Palacio Real de la Granja de San Ildefonso: Del palacio destacaría la colección de tapices y los jardines estilo Versalles, que son una pasada.

-Valle de los Caídos: De vuelta a Barcelona, aprovechamos que pasábamos al lado y lo visitamos. Nunca en la vida había estado en un lugar que me transmitiera tanta frialdad, pero vale la pena ir a verlo, la verdad, porque es diferente a cualquier templo que puedas visitar: estremece la grandeza y sobriedad de todo, de la cruz, de las estatuas, que casi dan miedo.

Y después de las vacaciones, la vida sigue!!