La Danza Oriental constituye toda una gama de movimientos que aporta infinitas posibilidades a la hora de trabajar el cuerpo para conseguir una hermosa, sensual y saludable danza. Por su larga historia, viene además cargada de múltiples simbolismos de tipo cultural, lo que la rodea de un halo de misterio y fascinación mágica.
Técnicamente hablando consiste en la combinación de una serie de movimientos fluidos de tipo ondulatorio y circular con otros más secos en forma de sacudidas o vibraciones, que pueden ser realizados de pie o en el suelo y acompañados a veces por instrumentos rítmicos como los crótalos o elementos de apoyo como el velo, el bastón, la espada, las velas…
Es una disciplina básicamente de tipo muscular, más que una danza de pasos como ocurre en las danzas occidentales. La independencia de los grupos musculares cobra en este caso una especial relevancia, ya que muchas veces se pretende aislar movimientos.
La danza oriental está diseñada especialmente para el cuerpo de la mujer, haciendo hincapié en el área abdominal y en los movimientos de cadera y torso. Es una clara y positiva manifestación de la belleza, la fuerza y la elegancia de todo lo femenino (aunque también hay hombres que la practican).
Tradicionalmente se baila con los pies descalzos porque existe una conexión directa con la madre tierra, aunque en la actualidad muchas bailarinas utilizan zapatos e incluso tacones altos.
La música que se utiliza es, por supuesto, de estilo árabe-oriental, a pesar de que ahora existen muchas composiciones que fusionan lo oriental y lo occidental. La música oriental en su estructura es radicalmente diferente de la nuestra, y nos sorprende con su total ausencia de armonías y con la riqueza y complejidad de sus ritmos, lo que posibilita en gran medida la improvisación, otra de las características de esta danza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario