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martes, 29 de julio de 2008

EL JAZMÍN

“Si la rosa es considerada la Reina de las flores", el jazmín es el Rey.”

Así describían los poetas árabes esta planta que, aunque es conocida literariamente desde la antigua Roma, es en el al-Andalus donde adquiere su mayor desarrollo y aprecio, encontrándose en cada jardín a partir de entonces. El jazmín es una planta de origen árabe y de allí proviene su nombre (lo llamaron "Yasmyn") apreciada por la belleza de su flor y su aroma cálido y envolvente.
El aroma de los jazmines inunda los atardeceres de verano en los pueblos y jardines andaluces, ascienden como enredaderas entre las piedras de las murallas de la Alambra, son pequeñas luces blancas que al final de la primavera tapizan balcones y miradores. Cuenta la leyenda que Abd al-Rahman no construyó Medina Azahara, hasta que se aseguró que el jazmín vivía bien allí. Eso sí, son efímeros, sólo duran una noche...

Las flores son utilizadas en perfumería por su agradable aroma. Se utiliza también como aromatizante de infusiones y a su aceite esencial se le atribuyen propiedades afrodisíacas. Otra característica curiosa es que ahuyenta los mosquitos (cosa que a mí me interesa especialmente porque se suelen cebar en mí…), y también tiene propiedades que permiten el alivio de afecciones en los ojos a través de infusiones.

El jazmín es una de mis flores favoritas, por no decir la que más me gusta. Y ya no es que me guste, es que le tengo un cariño especial, porque la flor del jazmín me recuerda a una de las personas que más he querido, mi abuela.

Ella tenía un precioso jazmín que se le cuajaba siempre de flores blancas, entonces las cogía, hacía un “puñaillo”, como ella decía, y te las daba para que las pusieras en la mesita de noche y llenaran de su fragancia tu habitación. Las flores eran blanquitas como ella…

Me han dicho muchas veces que me parezco a mi abuela, supongo que porque tenemos rasgos bastante diferentes al resto de mi familia: blancas de piel y ojos claros. Ojalá algún día me parezca a ella en otras cosas también… en su gran carácter, por ejemplo. Mi abuela era una mujer luchadora que lo dio todo por los suyos, siempre con un buen humor increíble, buena, cariñosa, generosa y con una gracia andaluza que no se podía aguantar; siempre estaba gastando bromas y se quedaba con todo el mundo, luego le daban ataques de risa y no podía parar! Mi abuela no sabía leer, ni escribir, pero no he conocido a ninguna persona con la sabiduría que tenía ella… su profesora fue la vida, una vida dura al principio, pero dulce en su final, como ella se merecía.

Yaya, no sabes lo que echo de menos cuando me decías: “Eres lo más bonito del mundo entero!” y cuando me calentabas mis manos frías con las tuyas calentitas, pero sé que el día que nos volvamos a encontrar, estarás esperándome con tu mirada tierna y con tus manos llenas de jazmines otra vez para mí.

Desde aquí, te dedico la siguiente leyenda árabe sobre el origen del jazmín:

"Érase una vez una joven doncella llamada Jasmine que se enamoró de la luna. Todas las noches salía bajo el cielo nocturno y le pedía a la luna que la hiciera suya. La luna bañaba su belleza con su luz, pero permanecía distante. Una noche ya no pudo resistirse más a su belleza y la besó en los labios. Ella sintió que florecía y tan grande fue su alegría que se convirtió en jazmín...
Una flor que florece por la noche, sólo cuando le toca la luna."

jueves, 19 de junio de 2008

La historia del burro


Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro.
Decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo. Así, se fueron los tres con su burro.

Al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba:

“Mira ese chico mal educado; él arriba del burro y los pobres padres, ya mayores, llevándolo de las riendas”

Entonces, la mujer le dijo a su esposo: No permitamos que la gente hable mal del niño.
El esposo lo bajó y se subió él.
Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba:

“Mira qué sin vergüenza ese tipo; deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima”

Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro, mientras padre e hijo tiraban de las riendas.
Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba:

“Pobre hombre. Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro! y pobre hijo ¡qué le espera con esa madre!”

Se pusieron de acuerdo y decidieron subir los tres al burro para comenzar nuevamente su peregrinaje.
Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los pobladores decían:

“Son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, van a partirle la columna al pobre animal!”

Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro.
Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes:

“Mira a esos tres idiotas: caminan, cuando tienen un burro que podría llevarlos”

Conclusión ...

Siempre te criticarán, hablarán mal de ti y será difícil que encuentres alguien a quien le conformen tus actitudes.

Entonces:

¡Vive como creas!
¡Haz lo que te dicte el corazón!
¡Haz lo que sientas!

Una vida es una obra de teatro que no permite ensayos.

Por eso:


Canta, ríe, baila, ama . . .
y vive intensamente
cada momento de tu vida
antes que el telón baje
y la obra termine sin aplausos!!!

viernes, 6 de junio de 2008

Leyenda de los almendros de Medina Azahara


Cerca de Córdoba, al pie de la sierra, existen las ruinas de lo que fue la maravilla del califato cordobés, Madinat al-Zahra o Medina Azahara.

La primera vez que visité la ciudad Medina Azahara me contaron una de tantas leyendas que existen sobre Abd al-Rahman III y su favorita Azahara, para quien construyó la más hermosa medina, una ciudad que llevaría el nombre de la amada y se convertiría en la "Ciudad de al-Zahra", la "Ciudad de la Flor de Azahar". Su historia me encantó.

Abd al-Rahman había traído a Azahara desde Granada, pronto se convirtió en su preferida y, para demostrarle el amor que sentía por ella, ordenó la construcción de una ciudad palatina; para ello contrató a los mejores arquitectos y artesanos, compró los materiales más preciados, maderas, mármoles, azulejos; mandó construir hermosos jardines con flores y plantas traídas desde todos los rincones del mundo, los pobló con hermosos pájaros y mandó que en ellos creciesen árboles de exóticos frutos. Telas y muebles, comprados a los mercaderes más prestigiosos adornaban las estancias de la favorita Azahara, todo lo hizo el califa por su amor.


Sin embargo Abd al-Rahman la sorprendía a menudo llorando y sus constantes regalos no conseguían su sonrisa. Le preguntó el motivo de su tristeza y qué debía hacer para contentarla, Azahara le respondió que a su tristeza el califa no podría ponerle remedio pues lloraba por no poder contemplar la nieve de Sierra Nevada, él le respondió “Yo haré que nieve para ti en Córdoba”. Inmediatamente mandó talar un bosque situado frente a la medina y replantarlo de almendros muy juntos unos de otros y cada primavera, cuando los almendros abrían su flor blanca, la nieve aparecía en Córdoba sólo para su amada Azahara, que no volvió a llorar.